No había amaneceres en la bahía de Los Impenetrables.
Hasta que una noche,
el guardián de la cofradía cerró los ojos,
abatido por el hastío ,
y en ese descuido ,
el sol se coló por su retina.
A la mañana siguiente ,
al despertar ,
vió como los sueños
encendían todas las luces .
Y jamás pudo volver a apagarlas .
Hasta que una noche,
el guardián de la cofradía cerró los ojos,
abatido por el hastío ,
y en ese descuido ,
el sol se coló por su retina.
A la mañana siguiente ,
al despertar ,
vió como los sueños
encendían todas las luces .
Y jamás pudo volver a apagarlas .
1 comentario:
Me han encantado estos pequeños relatos , un gusto inmenso, quiero más
beso grande
Jose Luis Améndola
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